There are some people who live as if nothing pleases them and as if everything is wrong. There are other people who are pleased by much of what they see (and do) and they are hard-pressed to see anything wrong. This latter group is made up of people who really lift our spirits. Have you noticed, however, that such people are very often those who have suffered a lot?
The expression “to suffer” means “to allow.” When a person has suffered, he or she has allowed life to get at them, to reach them at a deep level. So, while it is true that suffering sometimes makes people hard and bitter, it can also have the opposite effect on some others – and those people are a joy to meet.
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En muchas ocasiones nos dejamos llevar por las primeras impresiones ante una persona que conocemos, ante un hecho o una circunstancia, y no nos paramos a analizar en profundidad lo que tenemos delante. Tanto San Juan Bautista como Jesús hablaron para todo el mundo, no se escondían de nadie ni se dirigían a unos pocos elegidos: lanzaban sus mensajes por los caminos, en las plazas, en las calles, donde todo el mundo pudiera escucharlos. Su manera de vivir y relacionarse con los demás era pública, conocida, y discutida.
Al final de Lucas 7, 31-35, Cristo nos da la clave: “Los hijos de la sabiduría le han dado la razón” (en referencia al Bautista) es decir: aquellos que ponen todos sus sentidos, que no se quedan con lo primero que ven, que son capaces de analizar y meditar lo que observan y escuchan, son capaces de llegar al fondo del mensaje.
Pues así nosotros debemos ser reflexivos cuando nos hablen, no dejarnos llevar por opiniones ajenas ni por las apariencias, porque podemos caer en lo superficial y perdernos el tesoro que se oculta como les pasó a muchos de los que conocieron a Jesús y al Bautista.