We celebrate our patronal feastday today here in Holy Cross parish: the Triumph of the Holy Cross.
In the time of Jesus, no one would have considered crucifixion a triumph or a win of any sort. It may have been considered a triumph for those who were doing the crucifying. It certainly would never have been considered a triumph for the person crucified. Yet, that is what we are celebrating: Jesus, in being crucified, triumphed and it was a triumph of love over hatred.
As St. John the Evangelist says in his Gospel, “God so loved the world that He gave His only Son.” Jesus revealed God’s love in all that He said and did, but He revealed God’s love most fully on the Cross.
St. John also says that, on the Cross, Jesus revealed God’s glory. That is why in his Gospel Jesus speaks of His coming Crucifixion as the hour when He is glorified. Authentic love is always life-giving and that is uniquely so of God’s love.
As well as being the triumph of love over hatred, the Cross of Jesus is the triumph of life over death. Jesus was put to death in the most cruel way, but through His death He passed over into a new life and that life has been offered to us all.
Happy feastday!
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Celebramos hoy nuestra fiesta patronal en la Parroquia de Santa Cruz: La Exaltación de la Cruz.
A primera vista, parece extraño admirar o exaltar la Cruz. Sabemos que era un instrumento de tortura, para criminales y revolucionarios. Era el más temible de los suplicios. Ningún ciudadano romano podía ser condenado a él. Era propio de los esclavos y de los rebeldes políticos. Y podemos imaginarnos sin dificultad la crueldad de esta pena de muerte y el sufrimiento que entrañaba para las víctimas. Era sin duda un inhumano sistema de represión que empleaba el imperio romano para tener a raya a los que se quisieran sublevar contra él. Jesús, que anticipaba esta forma de muerte como su final personal, tuvo que sentir una inmensa aversión y un profundo estremecimiento.
Por eso, a nosotros nos dice muchas cosas ese tosco madero de la Cruz. Porque no contemplamos una cruz cualquiera, una cruz vacía y deshabitada, sino la Cruz en que está clavado Jesús. Y esta Cruz nos habla de una historia de fidelidad de Jesús a su misión hasta la muerte.
Esa Cruz nos habla del amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él.” La Cruz nos invita a conocer algo mejor a Jesús y a Dios. Hoy, en esta fiesta, hemos de contemplarla. Como los heridos de serpiente contemplaban la serpiente de bronce elevada por Moisés, así nosotros hemos de dirigir nuestra mirada al crucificado. Será una contemplación que nos invitará a descubrir cómo fue el amor de Jesús por nosotros y cómo de en serio va el amor de Dios por nosotros.