October 6-8: The Rosary / El Rosario

October is traditionally observed as “The Month of the Rosary.” On the Church’s calendar, October 7^th is dedicated to the Memorial of Our Lady of the Rosary.

The word Rosary means “Crown of Roses” and each prayer in the Rosary is considered a flower, so to speak, presented to Mary. The Rosary is also called the “Breviary of the Common People” (the Breviary has 150 Psalms – the Rosary has 150 Hail Marys), and the “Psalms of the People.” 

The prayers of the Rosary are Biblical and, hence, “inspired,” and the mysteries we meditate upon are taken from the lives of Jesus and Mary. The “Our Father” is a prayer taught us by Jesus Himself. The “Hail Mary” is also rooted in the Scriptures. Its first half echoes the words of the Archangel Gabriel and those of Saint Elizabeth, both addressed to Mary. The third prayer – the “Glory be to the Father” (ancient in its wording), reflects the unceasing prayer of adoration and praise found in the Book of Revelation.

The various events in the lives of Jesus and Mary on which we meditate during the Rosary are expressions of the Paschal Mystery, that is, the Life, Death, and Resurrection of Jesus, in which Mary shared in an intimate way.

***

Tradicionalmente, observamos el mes de octubre como “el Mes del Santo Rosario.” Y el 7 de octubre celebramos el dia festivo de Nuestra Señora del Rosario.

Las primeras palabras del Ave María, tomadas de los saludos del Ángel y de Santa Isabel a María, indican el lugar de María en la Historia de la Salvación: Dios la escoge para entregar a Cristo al mundo. Por eso, en la devoción del Rosario meditamos los misterios de Cristo, a los que se asoció la Virgen María. Con ella, nosotros también tenemos que colaborar a que la palabra de Dios se encarne en nosotros y, por medio de nosotros, en nuestros hermanos y hermanas.

Oremos. “Señor Dios nuestro, según tu designio Jesús, tu Palabra Viviente, se hizo uno de nosotros y tú lo diste al mundo por medio de la Bienaventurada Virgen María. Que, con ella, sepamos dar forma a la palabra viva que es Jesús haciéndole revivir en nosotros, en nuestras palabras y obras, y llevando al mundo su paz y esperanza, su alegría y su perdón, pues Él es Señor y Salvador nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.”