The Apostles St. Peter and St. Paul are intimately and properly united by a single Feast, which falls this year on a Sunday. It should tell us something that the Church “bumps” the 13th Sunday of the Year off the calendar in their honor!
Also, celebrating these two giants of the Faith with a single Feast is a vibrant reminder that the Church needs both of them. It needs the formal, enduring, Petrine, “papal,” and canonical leadership of the first and the more charismatic, personal, and inspirational leadership of the second, he who provided a readiness to question old ways and seek newer forms of bringing Christ into people’s lives.
As is fitting, we pray this weekend for the successors to both these kinds of leadership in today’s Church. And we honor Sts. Peter and Paul as the twin foundational “pillars of the Church” in Rome.
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El funeral del Papa Francisco y la elección del Papa León han puesto de manifiesto que la Iglesia es una realidad que desborda los puramente humano y social. Es la presencia del Espíritu Santo en ella la que le da la garantía de que los escándalos producidos en ella no la han hecho ya desaparecer sino que sigue siendo instrumento de salvación para la humanidad. “Dios sigue escribiendo derecho con renglones torcidos.”
El domingo que viene, vamos a celebrar la Fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. La fe de San Pedro en Cristo Jesús, que la Iglesia sigue proclamando, es el fundamento de esa promesa de perpetuidad y de la eficacia salvadora de su misión, a pesar de los ministros humanos, tantas veces indignos. Dios sigue liberando a su Iglesia de los peligros exteriores y sobre todo interiores, que son los más peligrosos. Un día la Iglesia triunfará totalmente sobre el pecado, también en sus miembros, y sobre todas las fuerzas del abismo.
Por su parte, al hacer balance de su vida (según 2 Timoteo 4), San Pablo descubre que Dios ha estado actuando a través de él para salvar al mundo. Es Dios el que le dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, sin traicionar el Evangelio. Su mensaje de libertad cristiana debe constituir una llamada para todos nosotros a vivir la libertad de los hijos e hijas de Dios en el amor y el servicio al prójimo.
Que la celebración de la Eucaristía en la Fiesta de los Apóstoles renueve nuestras vidas y renueva a toda la Iglesia.