A consistent feature of all four Gospels in the New Testament is how Jesus advocates for a lifestyle, a “pattern of relationships,” where respect springs out of the recognition and the knowledge that everyone is a child of God, called to look at everyone else with the eyes of a loving parent who has no favorites.
Jesus says, on occasion, that the Kingdom of God is at hand. And, if He is correct, then we are already living in that Kingdom, where God looks on us with great love, where God’s gracious hospitality has made a place for us. And He has made a place for us not because we deserve it or because we have earned it, but entirely because He loves us.
We are already living in that Kingdom when we have this as our first and most important goal: arriving at the Banquet Table of Heaven … and making sure we take as many of our brothers and sisters with us as possible!
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Es obvio que la vida social hoy está basada en el intercambio de dones, en el dar y el recibir. Desgraciadamente ese intercambio se toma en sentido puramente material y entonces vemos que hay personas que (supuestamente) no nos pueden aportar nada porque no tienen nada. Entonces los excluimos y verdaderamente no cuentan a la hora de organizar nuestro mundo.
Los países pobres, sin embargo, nos aportan tanto. El sentido religioso de la vida, el valor de la familia, el aprecio por la comunidad, y el gozo de vivir, son siempre inyecciones de alegría en nuestro mundo triste y cansado. También tantas personas sencillas, que pasan desapercibidas a los ojos de la sociedad, hacen presente todo un tesoro de bondad y generosidad que verdaderamente salva el mundo.
Se trata de redescubrir el valor de la auténtica humildad, que Santa Teresa de Ávila definía como “caminar en verdad.” Consiste en reconocer que todo lo que somos y tenemos lo hemos recibido de Dios – para ponerlo al servicio de los demás.
Como hemos visto hoy en la Misa, la participación en la Eucaristía anticipa el Banquete en el Reino. Comporta un compromiso por nuestra parte de compartir con nuestros hermanos y hermanas todos los bienes, mostrándonos solidarios los unos con los otros.