En la Misa dominical, encontremos nuevamente en la Eucaristía a nuestro Señor – paciente y que siempre nos perdona, como perdonó a la mujer adúltera a quien iban a apedrear. (Juan 8, 1-11)
Pero algunas personas, cuando han pecado, especialmente si ha sido de forma grave, tienen miedo de que el Señor las esté buscando para castigarlas, como un policía que tiene que aplicar la ley. En la Misa del Quinto Domingo de Cuaresma, aprenderemos de Jesús que Él va más allá de la ley, porque perdona, y sigue perdonando.
Vamos a oír en la misma Misa la invitación del Señor a no encerrarnos en nosotros mismos, en la mediocridad del pasado, sino a partir decididamente hacia el futuro con fresca generosidad. Este futuro no se realizará sin dificultades: el Señor nunca promete una vida fácil, pero promete estar siempre con nosotros – bendiciéndonos generosamente.