Acabamos de asistir al entierro del Papa Francisco, y estamos en las vísperas del inicio del Cónclave que elegirá al nuevo Pontífice. Seguimos orando con toda la Iglesia. En este contexto, la Misa del domingo nos va a presentar la llamada del primer Papa, San Pedro. ¿Casualidad? Más bien, el paso de Dios por nuestra vida. Porque Él siempre está ahí, aunque a veces nos cueste verlo, y su Palabra siempre nos ilumina.
Vamos avanzando por el camino de la Pascua, y Jesús sigue haciéndose presente en la vida de sus discípulos. Tres domingos de Pascua, y tres relatos Evangélicos de “apariciones.” Juan 21, 1-19 nos va a narrar la tercera aparición de Jesús después de Resucitado. Esta vez se aparece a siete de sus discípulos junto al lado de Tiberíades.
Para reflejar (antes de venir a Misa): a Jesús, a veces, no se le ve a la primera. Cuesta reconocerlo. Lo hemos visto en todos los relatos de apariciones en estas semanas de Pascua. María Magdalena, los discípulos de Emaús, y los mismos Apóstoles… Pero los suyos sí saben descubrirlo. Los creyentes saben por experiencia que está vivo. Los suyos saben dónde está Él. Y los suyos son los que siguen diciendo a los incrédulos: “Hemos visto al Señor.” Que también nosotros podamos dar ese testimonio.