La muerte del Papa Francisco ha llenado al mundo de tristeza, a creyentes y no creyentes, aunque, por ironía del destino, son los creyentes los que han estado divididos. En este año del Jubileo de la Esperanza, cada vez aparece el horizonte más obscuro. Por eso, los creyentes, a pesar de todo, debemos ser portadores de esperanza porque el Señor está vivo y es el dueño de la historia. (Apocalipsis 1, 9-19)
***
Todos, creyentes y no creyentes, caminamos por la vida envueltos en tinieblas. Como dice San Pablo: a Dios lo buscamos “a tientas.” ¿Por qué no enfrentarnos al misterio de la vida y de la muerte confiando en la Luz y el Amor como última Realidad de todo? Ésta es la invitación decisiva de Jesús. Él nos invita a aprender a buscar a Dios con un corazón más humilde y sincero.
No hemos de olvidar que una persona que busca y desea sinceramente creer, para Dios es ya creyente. Muchas veces, no es posible hacer mucho más. Y Dios, que comprende nuestra debilidad, tiene sus caminos para encontrarse con cada uno y ofrecerle su salvación.