El Domingo de Ramos, y durante toda la Semana Santa, nuestra atención se concentra en los sufrimientos que nuestro Señor soportó por nosotros y cómo esos sufrimientos condujeron a su Resurrección y a nuestro salir del pecado y del mal, y finalmente de la muerte. Pero tenemos también muy presente que Jesús sigue sufriendo hoy en su cuerpo, es decir, la Pasión continúa en los que son víctimas de injusticia, de pobreza y penuria, traición, y persecución. Roguemos por ellos para que se alcen con el Señor, y para que nosotros les ayudemos a levantarse.
Estamos invitados a percibir en Jesús como el amor a Dios y el amor al prójimo van de la mano y son inseparables. El amor de Jesús al Padre le obligó a ir hasta el fin en su amor a nosotros. Murió por llevar a cabo esa misión. Y en su muerte todos hemos renacido. Que este pensamiento nos guíe durante el Domingo de Ramos y toda esta Semana Santa … e inspire también toda nuestra vida: Jesús es el Maestro y el Señor, y nosotros le seguimos. Que Él nos dé fuerza y gracia para seguirle fielmente.